Crecer

Resulta cierta la afirmación que explica que “la sabiduría llega cuando no nos sirve para nada”, porque realmente la sabiduría es un efecto de las experiencias, de los años, de la vida…

Y es justamente hoy el día en que yo quiero analizar esas experiencias, esa vida llena de risas y lágrimas que me tocó vivir, analizar las mutaciones y las grandes revoluciones llevadas a cabo en mi mente y en mi alma, todos esos cambios que me convirtieron en quien soy yo hoy a los 25 años.

Las grandes revoluciones tuvieron sus heroínas o villanas, tuvieron sus responsables y la primera fue Geissi, y como no va a marcar mi vida esa chica, si aun cuando paso por la plaza la veo sentada como la primera ves.

En un año loco, donde no tenía nada que me aliente aparece ella, con su irreverencia, con sus ganas de vivir, sus experiencias, las inacabables charlas por teléfono.

Ella quizás marcó, escribió y delimitó los alcances de una obra de teatro que siempre será representada en mi alma; El Sueño de una Noche de Verano, tan plagada de seres mitológicos como la obra de Shakespeare, un Caminante soñador y claro la mas importante, la Cazadora de Esperanzas, un bello ser de abundante cabello, con sabiduría de una anciana y la dulzura de una muñeca.

Sin embargo el verano, el sueño y la noche se terminaron, sin despedidas, sin lágrimas, sin promesas de volvernos a ver, solo desapareció y lo anunció cuando ya no estaba ahí, cuando era imposible para detenerla, pero con la plena convicción de que dejó una huella muy sólida en mi vida.

Dos años más tarde y cuando dejé de buscar, un mágico juego de pool acercó a una pequeña mujercita a mi vida. Era Anahi una personita muy fácil de amar, insoportable como ella sola.

Insoportables fueron los millones de mensajes y los miles de kilómetros que nos distanciaban; insoportables las tardes cuando me moría por tenerla cerca y las noches que tenía frío y necesitaba que sus abrazos me den calor. Insoportables las llamadas, las muestras de amor de su parte y las muestras que me provocaba realizar para manifestarle que para mi también era importante.

Al fin en una navidad llegaron mis regalos, pero no fue solo la música, fueron las cartas, las palabras, el sentir que en aquellos días cuando menos una persona, Anahi, estaba pensando en mi.

Pero todo terminó, sentí miedo, sentí culpa y la dejé partir, partió pero aun yo pensé que seguiría para siempre y cuando me di cuenta que ya no era así pagué mis culpas y mis ojos lloraron hasta doler.

La pérdida se encargó de otorgarme sabiduría, responsabilidad por mis actos y compromiso para quien está por venir. A la vuelta de la esquina, paradita esperando mi llegada me encuentro con ella, con ganas de amarme y con ganas de que yo la ame; ahí estaba Britani, mi doctora del alma, mi realidad actual y la que quisiera que también sea mi realidad futura.

Es tan raro pensar tan rápidamente en un futuro con alguien, pero así es la vida, nos enseña a reconocer a las personas que tienen un compromiso con uno y nos incitan a que las busquemos.

Cuando llega alguien especial puede ser más fácil sacrificarse, querer abandonar mi casa, mi familia, mi ciudad, para unirme a ella y eso provocó Britani, me induce a buscarla, amarla y querer escribir un libro juntos, intercambiar mi prosa con su verso y darle un final feliz a esta tonta y triste historia boliviana.

Quizás ellas fueron las mas importantes pero no las únicas mujeres de mi vida, las que me ayudaron a crecer y las que me acompañaron mientras lo hacía; como dejar de mencionar a mi vieja, Tiffany, Tania, Pato, a la brujita Luz, a Pame, a mi angelito Adriana y a las mujeres sin rostro pero con muchas ganas de bancarme Aldana y Cinthia.

Hoy son 25 años y ojala que ellas me recuerden como yo las recuerdo, como las diosas que me ayudaron a crecer…